miércoles, 30 de abril de 2008

Lo que siente un futbolista

Después de la debacle de ayer, de que se me atragantara la pizza y mi hijo se fuera a dormir sin decir ni pío, aún tuve arrestos de enchufarme la radio para palpar el sentimiento general culé.
Ahora se abre la veda, pensé.
A la vez, zapeando intentaba evadirme de la mala leche acumulada y... ¡zas! ahí estaban las imágenes de futbolistas cabizbajos esperando en el aeropuerto (la cara de Abidal era impagable, mirada perdida, rostro ligeramente desencajado...) El mismo reportaje mostraba a un Deco consultando algo en el móvil (¡ah! ¡recurso socorrido donde los haya!) y en general un ambiente de funeral.
Lo siento, pero lo primero que me vino a la mente fue: ¿En qué estarán pensando? ¿Qué sienten los futbolistas en un día así?
Desgraciadamente, al instante pasaron las imágenes de la llegada de los aficionados a la terminal, y no pude menos que enfurecerme. Estos sí que tenían la tristeza tatuada en la frente, ni siquiera una mueca al pasar delante de la cámara para disimular su enorme frustración.

Ya lo sé, el juego que les propongo es perverso. ¿Comparar el sentimiento del aficionado con el del mimado, consentido, superprofesionalizado y mercenario jugador?
Es lo fácil, y siempre saldrá perdiendo el hiper-millonario niño mimado que no fue capaz de poner los coj... en el campo y ahora llora sus lágrimas de cocodrilo al saberse observado, grabado...

¡No, aparta de mí este cáliz, no caeré en ese ridículo juego!

Estoy de acuerdo con lo del fín de ciclo. Estoy de acuerdo con la penosa(s) temporada(s) del Barça, estoy de acuerdo con lo de sacar la escoba, estoy de acuerdo con la falsaria campechanía del president, estoy de acuerdo en la ineptitud de los dirigentes (como si eso fuese lo anormal... todos los directivos, salvo honrosas excepciones, son unos inútiles y llegan a este mundillo a servirse, Laporta & cía incluídos). Y hasta estoy de acuerdo en lo fundamental, los estúpidos somos nosotros que volveremos a creer en ellos al mínimo gesto, a la mínima oportunidad que nos brinden.

Pero voy a lo que iba. ¿Qué pensará un futbolista francés, o italiano, o marfileño, o camerunés, o brasileño, o incluso albaceteño, o lleidatà o terrassenc o...? ¿Qué le pasará hoy por la mañana, en su día de fiesta, cuando se levante y la criada (perdón, asistenta) le prepare el zumo recién exprimido, y su hermosa mujer de coleccionismo le pregunte si le apetece echar un polvo (para desestresar,más que nada) y el agente le llame a media mañana para repetirle lo de "Tú no tienes la culpa", "tú lo hiciste cojonudo", "y si no estás a gusto tengo un par de ofertas mareantes de Inglaterra" "y por cierto, acuérdate que a las tres te espero para ir al acto promocional de...".

Sí, lo sé, se me nota un pelín la mala baba y lo tendencioso de mi articulín. Y me pierdo en lo que quería explicar.

Tal como yo lo veo, el futbolista no siente igual que el aficionado. Tampoco eso es intrínsecamente malo. Es diferente.
Hace años conocí varios futbolistas que jugaban en mi querido Nàstic. El azar los puso en el mismo bloque donde yo vivía. Con alguno incluso llegué a confraternizar, con la mujer de otro hablé una tarde de política, y hasta uno vino a ver el piso que puse a la venta, y como no podía ser de otra manera, no se lo vendí pero hablamos de fútbol. Y a eso voy. Me dijo:
"Cuando uno sale de su casa, de su ciudad, de sus amigos, su familia... le da igual adónde va, lo que busca es ganar lo máximo posible en el poco tiempo que tenemos".

Frase lapidaria pero sincera. El chaval (es que lo era, tenía 26 o 27 años, estaba en un club que en aquella epoca jugaba en el pozo de la segunda B, y había salido de las categorías inferiores del Real Madrid, llegando a jugar en Segunda A) no tenía los sentimientos que tenía yo por mi club. Y si lo extrapolo a un nivel superior, el futbolista va por la pasta. Y cuanto más mejor. Lo que le entusiasma a un chaval de veintipocos años son los coches, las tías buenas, el lujo, la ropa cara, ser famoso... y todo eso lo tienen a raudales. A esos niveles, los coches se los regalan, las tías buenas les esperan en los halls de los hoteles, se les abren de piernas casi sin saber su nombre, ni siquiera pagan la comida que consumen, ni la ropa que visten... ¿Qué esperamos, que además sientan el color del club por el que sudarán uno o dos años?

Yo ni lo critico ni lo censuro. Es probable que hiciera lo mismo. Mi hijo juega a fútbol, y si fuera un elegido como ellos seguramente haría lo mismo. Siempre he creído que a esos niveles el futbol ni les gusta, salvo honrosas excepciones.
Lo que en verdad me molesta, lo que me saca de mis casillas, es el papanatismo que entre todos creamos a su alrededor, que si amor a los colores, que si entrega, que si mercenarios.

El día que asumamos que lo son, y sobre todo, no permitamos que JUEGUEN con nuestros símbolos, sino simplemente que los respeten y sean VERDADEROS profesionales, ese día quizás todos seremos un poquito mejores... empezando por ellos, claro, a los que no les iría mal darse cuenta, agentes deportivos mediante, QUE SUS EXCESOS Y SU FALTA DE PROFESIONALIDAD no solo perjudican a la EMPRESA que les paga, ni solo duele a los aficionados que mantienen con su dinero este tinglado, sinoque también, oh casualidad, les perjudica a ellos.

PD: Una crítica para finalizar.
La pseudoprensa nadadeportiva nos hace colar una rueda de molino, que luego nos vende en cupones previa compra del diario a diario, y hasta nos regala el colgante para que nos la ajustemos al cuello, cuando nos dice que la VIDA PRIVADA DE LOS FUTBOLISTAS ES SAGRADA, y por tanto nos esconde la situación real de estos niñitos traviesos. Todo muy loable.
PERO...
Tengo cierta amistad con un juez, con quien como de vez en cuando. En cierta ocasión discutíamos sobre cuestiones de prevención en el trabajo. Como suele hacer cuando habla (deformación profesional se le llama) soltó una sentencia:
"Es cierto que, cuando uno no está en horas de trabajo, puede hacer loque le dé la gana (alcohol, drogas, ya se sabe). Pero si sus acciones en esas horas de asueto acaban afectando a su actividad profesional, es culpable y merece sanción. He condenado a más de uno por ese motivo, y he dado la razón a la empresa si decidió sancionarlo"
Opinen ustedes sobre si nos están estafando cuando, tras dos años de golferías, aún tienen la desfachatez de reprobarnos y escudarse en la inviolabilidad de las cuatro paredes del vestuario.

Ahora, creo no haber perdido el juicio si digo, y lo mantengo, que la culpa no es de ellos. Es nuestra. Le vendimos el alma al diablo por un par de limosnas en forma de regates, un par de goles y un título entre tantas decepciones.
Ellos simplemente se aprovecharon. ¡Quién no se iría tan ancho del restaurante si le ofrecen no pagar, quien no se estaría sacando los pantalones si la rubia megabuenorra nos ofreciera sexo por la face.

Un saludo grana y otro blaugrana

No hay comentarios: