jueves, 24 de abril de 2008

Tercer intento

Lo siento.
Como bloggero consumidor, poco avezado en la práctica de publicar de una manera continua mis ideas, impresiones y demás zarandajas, debo confesar que me siento muy frustrado.
Y lo estoy por el hecho de haberme lanzado a la intensa lluvia de la blogosfera sin otro paraguas que la propia excitación del momento. Animado por la constancia de los demás, me engañé a mí mismo pensando que eso de acercarse al teclado y garabatear de continuo, sería pan comido. Así fue a la primera, y a la segunda. De hecho me quedé en el puro intento.
Hasta un bloggero de pro (loqueelojosive) se dignó a incorporarme en sus links, seguramente animado por la palabra nàstic, que como él mismo me confesó en un comentario, era de lo poco que sobre mi sufrido nàstic se encuentra en este universo.

Ahora, después de una purificadora cura de humildad, creo sentirme en la necesidad (personal, narcisista, egoísta claro) de volver a intentarlo. Será a la tercera, y espero que vencida, cuando arranque mi modestísimo proyecto de comunicarme con algún otro, e interesar a algún otro más, también, a quien interese cualquiera de los dos ítems a los que me refiero.

Si me permitís, tan sólo una pequeña referencia para comenzar:

En mi primer intento, mi querido Nàstic de Tarragona se encontraba a las puertas de una hermosa aventura: la Liga de las Estrellas.
Al segundo intento, ya estábamos abocados irremisiblemente a la Segunda División.
Y, paradojas de la vida, a la tercera estamos a punto del descenso a los infiernos de la Segunda B.
¡Qué fantástica metáfora se me ocurre al respecto de tan vertiginoso viaje!

Pero si me lo permitís, aún voy a rizar más si cabe el rizo de la sinrazón:
Mi primer post convivía en el tiempo con los días de vino y rosas del apabullante y victorioso Barça de Ronaldinho. Ya a la segunda intentona estábamos todos alucinados y/o perplejos por el inicio de la descomposición de la nave blaugrana, y ahora, en este tercer espacio de tiempo, los cules vivimos tiempos de depresión.

Insisto: ¡qué maravillosa metáfora se me ocurre al detener el tiempo en tres momentos puntuales, casi escogidos al azar! Si uno se permite salir un momento de la corriente imparable del tiempo, como me he permitido al releer mis anteriores posts, y puede aislarse de la cacofonía del ruido mediático de la inmediatez, puede sin duda sacar hermosas lecciones. Es como mirar las fotos viejas, te darás cuenta de lo que pasa el tiempo cuando te entretengas en mirarlas.

El fútbol, aunque suene a disco repetido o canción vieja, es como la vida misma. Cómo cambiamos sin darnos cuenta, como aullamos cuando hace nada cantábamos, como destrozamos lo que otrora idolatrábamos, cómo se nos hace viejo lo que un instante atrás nos parecía eterno...

En fín, como la filosofía barata que se me acaba de ocurrir puede empezar a surtir a borbotones, y no voy a ser capaz de pararla (uno es así, ¡qué se le va a hacer!), me detengo en este punto, que ya habrá tiempo de desvariar.

Tan solo, a modo de preámbulo, quiero que noten ustedes (notéis vosotros si me lo permitís) lo enormemente desgraciado, apesadumbrado, lo terriblemente marcado por la fatalidad del destino, que puede sentirse alguien que esté, a la vez, condenado por dos sentimientos tales como ser del Nàstic, y a la vez, un culé empedernido, recalcitrante, ajado por cuatro momentos gloriosos y nosecuantoscientosde... momentos para desesperar.

Esa es mi carta de presentación. Espero que alguien se deje caer por aquí alguna vez y... ¡prometo enmendarme!

No hay comentarios: